Ayer, mientras paseaba por la ciudad con mi perro, me crucé con un hombre muy atractivo. Según nos acercábamos a él pude darme cuenta, que lo que de lejos prometía ser magnífico de cerca era impresionante. Con una hábil maniobra conseguí que mi perro se acercara a él. Se agachó para acariciarlo con su perfecta mano de Adonis y levantando la vista, clavó sus increíbles ojos topacio en los míos, mientras una voz varonil y seductora me preguntaba:
- ¡Qué perrito más guapo,... ¿de qué marca es...?
- "Es un Ferrari, no te jode..."- pensé mientras la sonrisa se congelaba en mi cara.
Si ya me lo decía mi madre:
"El hombre perfecto no existe..."