viernes, 12 de noviembre de 2010

Estrella fugaz


Cada noche, sentado en el porche de su casa la esperaba. Noche tras noche oteaba el firmamento, buscándola. Y cada noche regresaba a su cama sin verla.
Aquella noche llovieron docenas,  cruzando el cielo,
cayendo hasta perderse en el horizonte...
Tan brillantes que era imposible no verlas.
Pero él no las vio.
Se cansó de esperar.
Dejó de creer en la magia.


Había dejado de creer en los deseos. . .

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